"Zona de Juego": El legado inolvidable de la televisión de los 90

La industria del videojuego es uno de los negocios más lucrativos a nivel mundial. Durante las últimas cinco décadas ha evolucionado considerablemente. Nada tienen que ver los actuales mundos interactivos que nos ofrece el ocio digital actual a los píxeles que daban vida a los personajes de los ochenta y principios de los noventa. Muchos crecimos visitando los salones recreativos, en los que jugábamos a clásicos como: Pac-Man, Super Pang, el irritante Ghosts 'n Goblins o, posteriormente, Metal Slug, entre otros muchos. 

Tras la crisis del videojuego en el año 1983, cuando los usuarios perdieron cierto interés por el entretenimiento electrónico. Explotó la burbuja, ya que muchas empresas se sumaron a la carrera del éxito sin tener ninguna experiencia en el sector, creando productos tanto en hardware como en software bastante mediocres y colapsando el mercado. Pero un par de años después, resurgió tras el éxito de la empresa nipona Nintendo y a su juego Super Mario, que revolucionó nuevamente la industria con su Nintendo Entertainment System (NES) tanto en Asia, Europa y América, principalmente en Estados Unidos.

Eran buenos tiempos, en mi opinión, los mejores. A comienzos de la década de los noventa, los videojuegos estaban totalmente instaurados en nuestras vidas; raro era quien no tenía una videoconsola en casa o un ordenador en el que podía instalar juegos. También entramos en el auge de las aventuras gráficas como: Loom, Monkey Island, el siempre polémico Leisure Suit Larry o la obra maestra Maniac Mansion. Pero otros muchos ya venían pisando fuerte en el mundo PC, como: Prince of Persia, Duke Nukem, PC Fútbol o Doom, por supuesto. Esto atrajo el interés general del público, que crecía cada día más, trayendo a los kioscos revistas especializadas con una calidad extraordinaria, como serían la actualmente extinta Micromanía, Hobby Consolas, Nintendo Acción y un largo etcétera. Todo este caldo de cultivo se transformó en una puerta a explotar todas sus posibilidades que poder ofrecer a los fans. Esto trajo consigo una oleada de imaginación y producciones de todo tipo. Pero si había una que a mí, con los ojos de un niño por aquel entonces, me alucinaba, era el programa "Zona de Juego".

En la década de 1990, la televisión española vivía una época dorada de programas infantiles que marcaron la infancia de toda una generación. Desde el "Club Megatrix", el "Ciberclub" (para los que somos de Madrid), "Club Disney" o, "Con mucha marcha" conducido por una joven Leticia Sabater cuando aún conservaba aspecto humano. Sí, aquellos días de vacaciones de verano, cuando nuestra única obligación era perder el tiempo y podías levantarte tarde, sin mayor preocupación que la de salir con los amigos por la tarde y coger la hora de tu serie favorita de tu contenedor preferido. ¡Qué tiempos!

Pero vayamos a lo importante. Como comentaba, era el momento de llevar a la televisión esa pasión que había por los videojuegos, por lo que Televisión Española importó el formato estadounidense llamado "Nick Arcade" del canal Nickelodeon, que fue emitido por primera vez en el año 1992 y presentado por Phil Moore. A nuestras fronteras llegó bajo el nombre de Zona de Juego y fue emitido por la 2 de TVE en 1993.

En su estreno fue conducido por el presentador californiano con pasaporte español, Benjamin Barrington, quien abandonaría el programa poco después, tomando el testigo Miguel Ortiz. Era la época de los excesos, exageración y ajetreo, y así se llevaba a cabo. El desarrollo programa consistía en una competición entre dos equipos, el amarillo y el rojo. Donde tenían que demostrar que eran unos auténticos frikazos, y creedme, había en ocasiones mucha calidad en los participantes. Las pruebas que tenían que superar, eran desde responder a preguntas formuladas por el presentador, hasta realizar puntuaciones superiores que sus rivales en las máquinas arcade, e incluso jugar contra ellos en modo "dobles". El plató era una auténtica maravilla para un loco de los videojuegos, y estoy seguro que asombró a miles de chavales como yo en aquella época, donde aquel atrezo futurista y lleno de máquinas recreativas, nos hacían soñar con poder tener algún día en nuestras casas una sala igual. Reconozco que a día de hoy sigo con ese sueño, para qué nos vamos a engañar. 

 

El dinamismo que tenía el programa y el propio ambiente, rezumaba a aquellos años, en los que los niños eran protagonistas absolutos de los espacios infantiles, como debía ser. Ellos animaban a sus equipos, vestidos con una camiseta acorde a cada uno. Supongo que sería una imposición a quien acudía como público, pero ¡qué demonios, molaba! Además, esas generaciones, posiblemente sean el último reducto de público al que vemos cantar y haciendo el ridículo en la infame Ruleta de la suerte, (antiguamente conocida como La Ruleta de la Fortuna). Máquinas de todo tipo, como una evolución del clásico "Pong", pero también los nombres aparentemente ficticios: "Odisea Lunar", "Ruedas de fuego" o "Pájaros de Acero", eran algunos de los juegos que podíamos ver. Una auténtica tortura como espectador, ya que realmente daban ganas de jugar a aquellos hipnotizantes desafíos. Quizá fue el germen de la actual moda que jamás comprenderé, que consiste en ver a otra gente en Twitch jugando en directo a videojuegos, que es precisamente lo que odiabas cuando te comías tardes enteras viendo a un amigo o un hermano mayor jugar, sin tú tener la más mínima opción de tocar mando ese día. Cómo ha cambiado el rollo.

A lo largo del concurso se podían ganar premios, además, muy testigos de su época, por lo que verlo a día de hoy, nos recuerda a ese aroma añejo de los intereses que teníamos hace ya tres décadas. Teclados musicales electrónicos o radiocasetes de cintas. Como premio final, un escaparate con un lote de unidades de CD-ROM, memorias RAM, altavoces, e incluso ordenadores Intel 386, toda una delicia. Teniendo en cuenta que mi primer ordenador fue uno que me trajo mi tío de su oficina porque iban a tirarlo al hacer plan renove, lo cierto es que aquel lote me ponía los dientes bastante largos, ya que las posibilidades que ofrecían esos productos eran prácticamente ilimitados en mi imaginación.

Pero esto sólo se podía conseguir si eras el equipo que llegaba a la gran final, lo que se conocía como "La Zona de Juego". Aquello era el flipe definitivo, el alucine total. Recuerdo cuando lo vi por primera vez: no daba crédito. ¡Esa gente se metía en un videojuego! Pero, ¿cómo? ¿Esto era real? ¿Eso se puede hacer? Miles de preguntan invadían mi cabeza, mientras mi asombro no paraba de crecer. Obviamente, eso era un croma muy primitivo, pero daba el pego totalmente. Fue una auténtica decepción cuando me enteré poco después. Era joven y mucho más inocente. Pero la creatividad era aplastante. Con un escenario digital incrustado digitalmente en uno real mediante una pantalla de juego, con sus respectivas escaleras y rampas, en el que había que sortear enemigos, fuego, descargas eléctricas y demás parafernalia, que te reducía a cada toque la barra de vida. Aparte de esquivar, tambiém debías recoger una serie de objetos para obtener la victoria junto a tu compañero.

Por supuesto, en este espacio, no podía faltar su respectiva mascota, al igual que tenía en su formato original, allí llamada Mikey y aquí, se le dio ese toque patrio, llamándolo Benito. Tenía relevancia en el transcurso del programa, ya que, mediante animaciones, había que jugar con él por una especie de "Buscaminas" cuando acertabas una pregunta para encontrar premios, o perder vidas en el intento.

Desde luego era el momento en que la informática entraba en nuestros hogares para quedarse, y muchos espacios televisivos o radiofónicos dedicaban horas a este nuevo modo de trabajar, divertirse o crear contenido digitalmente. Programas como "El vicio del silicio" en Radio Bilbao, o "Bit a Bit", con un jovencísimo Guillem Caballé (con pelo), que se emitió también en la 2 de TVE, fueron los pioneros en España en mostrarnos programas informáticos, aplicaciones y funcionalidades de uso para los PCs de la época.

Pero Zona de Juego era otra cosa, el pequeño espacio para los chavales, que disfrutábamos con las tardes de televisión, cuando la caja tonta tenía una calidad e imaginación que fue difuminándose con el paso de los años. Muchos estuvieron o vinieron después, como: ¿Dónde se esconde Carmen Sandiego?, El rescate del talismán, El Gran Juego de la Oca, Grand Prix del Verano o ¿Qué Apostamos?, fueron sin duda los mejores recuerdos televisivos de mi infancia y adolescencia, y de los que también os hablaré. Pero eso será otro día.

DaviOne

5 de marzo 2024