Recordando los cutres 'Screener': cuando se grababa con una videocámara en las salas de cine
Puede que muchos no lo recodéis, pero a comienzos del nuevo milenio sufrimos una de las etapas de nuestra historia reciente más extrañas. Los ordenadores personales ya formaban parte de nuestros hogares, Internet se estaba instaurando como una herramienta imprescindible y, de pronto, a finales de 1999, nos informaron de que gracias a eso, el mundo como poco iba a acabar destruido con el famoso "Efecto 2000". Un futuro apocalíptico al más puro estilo Fallout o Terminator arrasaría con todo. Aunque como podéis sospechar, no pasó absolutamente nada, excepto la gran crispación que hubo con la llegada del Euro y aquellos cutres plásticos lenticulares que hacían la conversión con las pesetas. Realmente no éramos conscientes de que nos adentrábamos en una nueva era de cambios que no tuvimos casi tiempo de asimilar. Y quizá, justo en ese punto exacto de incertidumbre, fue cuando empezamos a entender que aquello nos abría un nuevo mundo de conocimientos y posibilidades que cambiarían nuestras vidas casi por completo.
El Teletexto entraba en decadencia, y un nuevo acceso a una ventana de información en constante actualización a nivel mundial provocó que millones de personas en todo el mundo descubriesen otras formas de estudiar, comunicarse e intercambiar archivos sin necesidad de salir de casa, aunque también construyó un reverso tenebroso, como las fake news, los Power Points humorísticos y los primeros cuñados digitales del siglo XXI.
Pero volviendo al tema que hoy nos ocupa, nos centraremos en los inicios de la piratería digital, cuando irrumpieron programas como eDonkey, eMule, Torrent o el infame Kazaa. Teníamos de pronto acceso ilimitado a música, videojuegos y, por supuesto, cine. Fue un punto de inflexión enorme, en especial en este último, ya que pasamos de la copia de cintas Betamax y VHS directamente desde la televisión o creando un duplicado de las mismas. A nivel doméstico no había más. Poco o nada se podía hablar de formatos, de calidad de imagen y sonido ni, por supuesto, resolución. Todo dependía del estado del original o de la antena y conector de los que disponíamos. Pero el paso al digital con la llegada de los Video CD o DVD, cambió todo, ya que era posible realizar una copia exacta sin perder un solo píxel de calidad, incluso, por fin, sin preocuparnos del desgaste por roce en la reproducción de las películas analógicas. También permitían crear copias de seguridad de una manera sencilla, (si sabías qué tipo de programas utilizar y dónde encontrarlos). Desde entonces se confeccionó una red de descargas, compartiendo archivos libremente a través de la red, donde cada cual podía bajar de sus fuentes (clientes) lo que se quisiera de manera gratuita.
Eran todavía tiempos sombríos de los reproductores QuickTime, RealPlayer y el eterno Windows Media Player, aunque poco importaba. Desde la llegada de los anteriormente mencionados formatos digitales, hubo una evolución progresiva, desde copias comprimidas con una calidad nefasta de algunos códecs con el Divx (utilizando el famoso MPEG-4), que permitía reducir el tamaño de una película en un CD-ROM, o si era muy larga, en dos. Estoy absolutamente seguro de que si eres de mi generación o anteriores, cayó en tus manos más de uno de éstos, con una resolución de imagen horrible y un sonido atroz, por no mencionar las famosas copias pirata de las películas de Disney en latino. A medida que se iba evolucionando en la disciplina de las copias ilícitas, se fue añadiendo una serie de nomenclaturas que clasificaban los distintos formatos para las diversas calidades como: VCD-Rip, DVD-Rip, TV-Rip, DVD-R, etc. Todas indicaban la fuente de la que provenía, pero cada una tenía su sentido propio, ya que no era lo mismo un vídeo extraído y comprimido de una raíz que una copia exacta de un original. Más adelante, con la llegada de la alta definición entrarían otras como fueron: BDRip/BRRip, Full BD, HD-Rip, Web-Rip, entre otras.
Cada uno de ellos tenían en común que provenían de una fuente digital, lo que aseguraba unos mínimos de calidad y de decencia al producto. Pero como sabéis de sobra, los límites de la piratería son difusos, y la ética, en ocasiones, se difumina. Y no digo que el compartir archivos libremente sea negativo, todo lo contrario, pero creo que los años 2000 se nos fueron de las manos desde el nacimiento de Windows Millenium y las mal llamadas copias Screener.
Realmente un Screener no es otra cosa que una copia que se enviaba por parte de las productoras o distribuidoras a los críticos de prensa especializada para su visionado antes de que fueran proyectadas en salas de cine. Estas copias tenían una calidad inferior y, generalmente, aparecían marcas de agua para evitar precisamente su distribución ilegal, ya que únicamente podían verla las personas a las que iban dirigidas. Pero hace poco más de dos décadas se popularizó el término para referirse a la grabación cutre que se hacía mediante una videocámara en una sala de cine, filmando directamente la pantalla y así extraer una copia para su posterior distribución o venta. El término real de este formato sería "CAM".
No sé en qué momento le pareció bien a alguien acudir con una cámara a una sala de cine, ponerle el trípode en el mejor de los casos, o aguantarla en sus manos en el peor. No sólo era un espectáculo atroz de cambios de brillo o movimientos de pantalla, sino que además podías ver las cabezas de los asistentes a la proyección, escucharlos comer palomitas, dialogando entre ellos o incluso levantándose para ir al baño. Pero lo curioso es que se popularizó mucho, incluso supe de gente cercana a mí que disfrutaban de sus copias grabadas en este formato en la comodidad de sus casas, alegando que no se veía tan mal. ¿Recuerdas cuando tu cuñado llegaba a cualquier celebración con un DVD en una funda de plástico en la mano presumiendo de que había pagado solo quinientas pelas por él y que se trataba una película que se había estrenado esta misma semana? A ese tipo de personas me refiero. Personalmente realicé una prueba de visionado por simple curiosidad, y lo cierto es que casi acaba con mis retinas, parte de mi cordura y de mi propia humanidad.
Este tipo de prácticas están extintas a día de hoy, principalmente por el auge de las plataformas digitales, que tienen disponibles las películas a las pocas semanas de la mayoría de los estrenos en salas. Curiosamente, en la propia cutrez del formato CAM reside cierta nostalgia de unos tiempos en los que todo estaba mucho más puro y colaba cualquier mierda que nos quisieran vender. Poco daño real hizo a los cines el "screener" a diferencia del que sí le hace Netflix y compañía, acostumbrando al espectador a quedarse en su sofá en lugar de disfrutar debidamente de una película en una sala de proyección. Por desgracia, todo iba abocado al mismo triste final.
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