Scopitone: la jukebox con videoclips de los años 60
A día de hoy todo el mundo puede disfrutar de sus canciones favoritas en cualquier parte, incluso desde nuestros teléfonos móviles y unos simples auriculares inalámbricos tenemos acceso ilimitado a todo el entretenimiento que queramos, pero hubo una época en la que todo esto era impensable, y la manera de disfrutar de nuestras piezas musicales era totalmente distinta.
En un cruce de caminos entre la música, el cine y la tecnología, surgió el Scopitone fue un pequeño tesoro que se gestó en la década de 1960, y dejó una de las máquinas más curiosas y desconocidas a día de hoy de la historia de los bares o pubs.
El Scopitone, también conocido como Cinebox, fue una máquina de entretenimiento similar a una jukebox o gramola, pero con una característica muy particular: en lugar de reproducir canciones, emitía vídeos musicales en formato de 16 mm, a color y con banda sonora magnética. La calidad de imagen y sonido era sorprendentemente buena, convirtiéndose así en uno de los precursores de los videoclips modernos.
Estas máquinas se comercializaron por primera vez en Francia durante la década de 1960, y se expandieron rápidamente a otras partes de Europa, antes de llegar a Estados Unidos. Además del Scopitone, hubo otros aparatos similares, como el Cinebox italiano, conocido como Colorama en Estados Unidos, y el Color-Sonics americano, que utilizaba películas en formato de 8 mm.
Una de las características más llamativas del Scopitone era su capacidad para mostrar videos musicales en color en una época en la que la televisión todavía se emitía en blanco y negro. Estos videos eran producidos específicamente para el Scopitone y presentaban a artistas populares de la época, como Françoise Hardy, Johnny Hallyday y Elvis Presley interpretando sus canciones más famosas del momento. Cada máquina podía contener una selección máxima de 36 videoclips, lo que permitía a los parroquianos de los bares elegir su canción favorita después de tomarse unas cuantas cervezas para disfrutar del video correspondiente.
La experiencia de ver un Scopitone era curiosa y novedosa para la audiencia de los años 60. Los videos a menudo presentaban escenarios extravagantes, coreografías llamativas y estilos de moda típicos de la época. Estos cortometrajes musicales tuvieron una gran, pero efímera popularidad, ya que, a pesar de su éxito inicial, la fama del Scopitone comenzó a morir a finales de la misma década, aunque no dejó de utilizarse de manera definitiva hasta principios de los 80. Varias razones contribuyeron a su desaparición. En primer lugar, el coste de la producción de los videos musicales era alto, lo que hacía que mantener la selección de cintas actualizada fuera una ruina económica. Además, la llegada de la televisión a color y la proliferación de la música a la misma, hicieron que perdiera gran parte de su atractivo.
A medida que los años pasasan, estas máquinas se volvieron más difíciles de mantener y reparar, y muchas de ellas cayeron en desuso. Aunque algunos geeks y coleccionistas todavía mantienen y restauran estas viejas reliquias, se podrían considerar, más que útiles, piezas de coleccionismo retro de una época en la que la tecnología, la industria musical y cinematográfica, estaban experimentando una transformación radical en la cultura popular en su manera de consumirse.
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