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Los gilipollas de las salas de cine

Los gilipollas de las salas de cine [GenB]

La figura del gilipollas adopta muchas formas. Han existido siempre, y cumplen su función como nadie. Al igual que los insectos son molestos pero necesarios para determinadas tareas que la naturaleza les ha encomendado, los gilipollas son incómodos, pero sin una función específica más allá de la simple subnormalidad.

Se les puede identificar generalmente por llevar gorra hacia arriba y cadenas de oro o chándal reflectante. La aventura comenzará en la zona de las taquillas, ya que siempre se situarán justo delante de ti en la cola para comprar las entradas. No tienen una idea de qué película irán a ver, tampoco les importa, pero ellos ya se han situado allí, con la simple intención de mirar sus teléfonos móviles hasta su turno de compra. Llegado ese momento, será cuando pregunten a su acompañante qué es lo que quiere ver, porque no olvidemos que realmente les da igual, y su poder de decisión es ciertamente limitado o nulo. Después de unos minutos mirando los carteles y buscando algo que se adecúe a la hora que es, decidirán, no sin antes dudar cuatrocientas veces, impacientando al resto de personas que esperan detrás. Rezas porque no sea la sala a la que tú vas, pero como si el destino quisiera reírse de ti, el inevitable resultado es tan obvio que llega a asustar. No habrá saludo, ni agradecimiento, ni, por supuesto, despedida a la persona que les ha atendido.

Esta misma rutina se repetirá en la cola de las palomitas y refrescos, donde el mismo modus operandi se ejecutará de manera satisfactoria.

Acudirán al corte de entradas, donde tampoco habrá saludo, pero sí una pregunta, la cual harán con total desprecio hacia la persona que allí trabaja: "¿cuál es nuestra sala?". Se lo dirán, pero su atención no estará centrada en la cuestión, sino en cualquier otra cosa, por lo que tendrá que recibir de nuevo la información repitiendo la misma pregunta una vez más antes de continuar su camino. Dentro se perderán y pasaran un rato buscando su destino.

Una vez entras a la sala, los reconocerás porque están sentados en las últimas butacas, o en su defecto, justo detrás de ti, con las piernas subidas en el respaldo de la fila delantera. Estas personas siempre disponen de las bolsas de patatas fritas, Doritos o snacks más ruidosas y olorosas que pueden existir. No lo hacen a propósito, está en su ADN, esto es así. Los minutos de espera antes de la apagada de luces será un festival de tecleos de Whatsapp, vídeos de Instagram o TikTok a todo volumen, recepción de llamadas telefónicas que serán desarrolladas mediante altavoz del teléfono móvil. Este ritual generalmente será repetido en la emisión de los tráilers y, en el peor de los casos, durante la proyección de la película.

Es evidente que acudir a una sala de cine nada tiene que ver para ellos con disfrutar de un filme, ya que no saben muy bien qué hacen allí, es por ello que cada pocos minutos se aburrirán y volverán a sacar el teléfono para consultar sus redes sociales, escribir a algún amigo o incluso visionar algún vídeo. Sí, he dicho video. Una vez realizada la vuelta de rigor por absolutamente todas las aplicaciones del dispositivo, el esfuerzo realizado le abrirá el apetito, por lo que las bolsas de patatas iniciarán el festival de ruidos, quizá aderezado con unas patadas al respaldo de tu butaca, incluidas en el paquete premium del gilipollas.

Generalmente, y si la película es muy larga, como viene siendo bastante común en estos tiempos, necesitarán acudir al baño. Se levantarán, pondrán la linterna del móvil y bajarán las escaleras, molestando lo máximo posible a poder ser, y haciendo el mayor ruido, ya que son las únicas personas que son capaces de emitir sonido desagradable en un escalón tapizado. Al rato volverán, con olor a tabaco y enfocando a los allí presentes con la linterna en la cara hasta localizar su butaca, donde se sentará y comerá otro rato.

Una vez finalizada la película, se levantarán y se irán, dejando toda la basura en el suelo, la butaca y, si es posible, el pasillo. Bajarán las escaleras y desaparecerán en la penumbra. No serán conscientes de qué han visto o por qué han acabado allí, ni siquiera recordarán si realmente estuvieron, pero la función del gilipollas del cine quedará totalmente cumplida con una nota sobresaliente.


DaviOne
DaviOne

22 de noviembre 2023

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