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La paz en el cine se extinguió junto a los acomodadores

La paz en el cine se extinguió junto a los acomodadores

No es mi opinión, tan sólo hay que aplicar el método empírico: no hay paz en los cines desde que los acomodadores fueron eliminados de las trincheras

¿Cómo y cuándo ocurrió este terrible suceso? 

En tiempos pretéritos, durante algún difuminado momento a principios de la década de los 2000, y desde entonces, las salas de cine se han convertido en un campo de batalla para todo aquel atrevido que pretenda cometer la locura de atender sin interrupciones al visionado de una película durante las siguientes dos horas. Dicho de otra forma: las grandes cadenas han conseguido imponer el modelo ultracapitalista que ha desencadenado en la prostitución de los cines. Se prescinde del orden para recortar gastos. Es la realidad a la que se ve abocada el espectador cinéfilo, a comprar la entrada con la misma desazón que se echa cada semana el Euromillón, sabiendo que no llegará a buen puerto. Proyecciones convertidas en un 'Apocalypse Now' que traspasa la pantalla y se sienta en las butacas; pies encima del respaldo delantero, dedos tecleando en dispositivos móviles que eclipsan al celuloide y voces que en ningún caso pretendieron ser un susurro perpetuándose en el tiempo. 

El dilema es tan grande como para plantear el hecho de abandonar las salas y contentarse únicamente con la televisión de muchas pulgadas que reposa sobre el mueble del silencioso salón. En este punto, la figura de los acomodadores aparecen en el horizonte del olvido como la del cowboy maduro de un western crepuscular, que va camino de su último rodeo. Los recuerdo armados con sus viejas linternas de luces acusadoras; manteniendo el equilibrio durante las proyecciones, del mismo modo que un par de viejos jedis que mantienen la paz en la galaxia. Nostalgia de aquellos sheriffs bigotudos de gesto severo, que hacían el trabajo sucio de la fábrica de sueños que es un cine de barrio

Elementos diferenciales entre los claustros de los arcanos cines convencionales y las festivas ceremonias de los cines de verano de las que siempre permanecieron ausentes. Los acomodadores; educación, civismo y saber estar en una sala de cine. Porque a los cines no se viene a actuar.


Nando Pro
DaviOne

7 de septiembre 2023

3 comentarios:

  1. Excelente reflexion! Cada vez hay menos respeto en el cine. Las salas se han convertido en el punto de encuentro de fanáticos adeptos al mainstream cinematográfico. Ya era hora de que alguien reivindicase la extinta magia que gobernaba las salas de cine hace algunos años.

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  2. Voy prácticamente cada dos semanas al cine, casi desde hace diez años. Es posiblemente mi hobby y entretenimiento favorito. A veces a ver películas de autor con poca clientela, otras a taquillazos holiwodienses que llenan salas de cientos de personas y otras a disfrutar de cine de animación, mal llamado en ocasiones infantil.

    No recuerdo la última vez que sentí malestar, desasosiego o enfado por las molestias en la sala.

    Alguna persona riéndose de una broma quizás, algún lloro en una escena dramática o algún crio que no se sienta son todos los problemas que me he encontrado, y tan solo de vez en cuando y no a la vez.

    Quizás el escritor tiene un poco la piel fina, o muy mala suerte.

    O quizás es esa reflexión curiosa de cuando uno alcanza la vejez (mental) de que tiempos pasados siempre fueron mejores.

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  3. Por cierto, “la paz” en los cines -y en cualquier lugar- empieza por uno mismo. Quizá por eso no disfrutamos tanto de las cosas como deberíamos y nos molesta en exceso una persona contenta, un niño inquieto o unas lágrimas fáciles. Pero ellos no tienen la culpa, sólo están viviendo. Que es lo que a veces no somos capaces de hacer nosotros por qué nos falta paz, y por donde pasamos, lo dejamos notar…

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