True Detective: Noche polar levanta ampollas a Alberto Olmos en El Confidencial
El pasado lunes 15 de enero se estrenaba la nueva temporada de la serie True Detective. En esta ocasión, abandonamos los calurosos y asfixiantes escenarios de Luisiana de su primera (y mejor) temporada, para adentrarnos en la fría e interminable noche polar de Alaska, que tal como dijo la propia creadora y directora Issa López: "es como un espejo oscuro de esa primera temporada".
Si bien la segunda y tercera temporada no suscitaron demasiado interés en mí, en esta ocasión ha sido todo lo contrario, y parece resucitar el espíritu más puro de lo que fue su comienzo con las insuperables actuaciones de Matthew McConaughey y Woody Harrelson hace ya diez años. Todo apunta a que nos volveremos a encontrar con misterios más profundos, con un toque esotérico a priori, pero que con total probabilidad nos muestren que todo derivará de un caso explicable lejos de asuntos paranormales, como siempre ha caracterizado la historia de la serie, donde el folclore y arcaicas creencias toman una fuerza hipnotizante en pantalla.
Reconozco que soy un gran aficionado a las atmósferas gélidas, noches de nieve y estaciones aisladas de investigación; esto ha dado lugar a títulos tan sensacionales como míticos en la historia del cine, como: "Estación polar Cebra" (1968), "Fargo" (1996) o, por supuesto, "La Cosa" (1982), cuyo homenaje obligado es correspondido en el primer episodio de True Detective: Noche Polar, mostrándonos un DVD de esta película en la estantería de la sala de descanso en la estación científica donde comienza todo.
Jodie Foster y Kali Reis son la pareja de mujeres protagonistas, en contraposición a las habituales duplas masculinas, una elección tan válida como irrelevante para el devenir de la serie o cualquier circunstancia de la vida. Con gran ilusión me dispuse a visionar el comienzo de la temporada, y lo cierto es que quedé satisfecho, esperando con impaciencia el siguiente. Pero hace un par de días, la casualidad me llevó a caer en un artículo del infame Alberto Olmos en El Confidencial, titulado "'True Detective 4: noche polar': ¿qué ha hecho Jodie Foster por nosotros?", en el que exponía con una alta carga de bilis y exceso de testosterona, su opinión sobre la nueva temporada. Os adelanto, como ya imaginaréis, que su opinión es radicalmente opuesta a la mía.
En su escrito nos regala un breve resumen de las tres primeras temporadas, donde todo mantenía el statu quo, donde los hombres eran los verdaderos protagonistas, a excepción de su secuela con Rachel McAdams, actriz que menciona casi de manera obligada. Todo parecía gustar a Alberto, hasta ahora... cuando, según él, tenía ganas de ver a Foster en su televisión, peeeero: "Me vi preguntándome de pronto qué había hecho realmente Jodie Foster por nosotros, aparte de El silencio de los corderos (Jonathan Demme, 1991) y Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976). Al peso, seguramente Penélope Cruz tiene un número mayor de películas buenas en su currículum que Jodie Foster. Incluso Pamela Anderson tiene casi las mismas (Borat ya es una)". Se nota cierto desprecio hacia el trabajo de la actriz estadounidense en sus palabras, y la verdad es que se enorgullece de mostrarlo, pero quizá por omisión o por desconocimiento ―me cuadra mucho más la primera―, haya decidido olvidar títulos como: Contact (1997), La habitación del pánico (2002), Plan oculto (2006), La extraña que hay en ti (2007) o, por qué no decirlo, Elysium (2013). También dirigió de manera correcta Arkangel, para la serie Black Mirror, pese a no ser en mi opinión un capítulo muy destacable. Pero ya que Olmos pone como ridículo ejemplo Borat con Pamela Anderson, creo que ya es más de lo que ha dirigido él, incluso con total seguridad, más calidad que su propio criterio como crítico.
Otra cita que me ha resultado curiosa es la siguiente: "El guion es atroz. Tanto, que voy a inventar el spoiler arúspice. Si usted no quiere saber lo que va a pasar al final de True detective 4: Noche polar, no siga leyendo, porque lo he visto muy claro en mi bola de cristal". Parece que estamos ante un futurólogo en el que sus prejuicios de gafapasta superan a cualquier atisbo de seriedad o sobriedad a la hora de escribir algo ligeramente coherente. Pero continúa: "Los elementos son evidentes desde el primer capítulo. Empieza la cosa con una manada de ciervos (caribús, he leído) que, como unos idiotas, echan a correr hacia un acantilado y saltan, muriendo todos. Aquí los efectos especiales, o CGI, se revelan penosos, por cierto. Son todos machos, los animales. Esta introducción obedece secretamente a un enunciado feminista que dice: “La masculinidad mata hombres”". Aquí podemos empezar a confirmar que su principal problema no es el guion, la dirección o las interpretaciones, es lo que, en su enfermiza manera de leer entre líneas, es "el mensaje feminista", lo que echaría por tierra todo el contenido por el simple hecho de la actual paranoia de muchos con aquello del movimiento Woke que tantas ampollas levanta entre ciertos colectivos de ideología determinada. Aunque sí que coincido con él en que el CGI es terrible. Tenemos algo en común.
Le molesta la posibilidad, aún no lo sabe, pero trata el tema como si conociera el tablero y el juego mejor que la propia Issa López, de que esta historia se oriente hacia un tema de violencia de género y problemas raciales. Todo lo demás es un debate interno de Alberto Olmos contra Alberto Olmos, con divagaciones hacia ninguna parte, que no hacen más que demostrar que está un poco perdido, y que el poder de sus fobias personales superan a la realidad. No le puedo exigir objetividad, ni yo mismo la poseo cuando escribo, pero sacar conclusiones con una hora de visionado, me parece cuanto menos atrevido. Aunque así es como se consideran estos visionarios y filósofos del siglo XXI: "valientes". Decir la gilipollez más grande y que cuatro rancios como ellos lo aplaudan parece que está a la orden del día, de ahí su buen rollo con otro "valiente ilustre" como Juan Soto Ivars.
Acabará su intervención de esta manera: "Si crees que poner a una actriz blanca de 61 años junto a una boxeadora de raza negra de 37 es ya de por sí interesante para el público y va a funcionar sin más trabajo creativo en la sala de guionistas, tengo una noticia para ti: no funciona". Yo tengo otra para tí, Alberto. Ya que titulabas tu crítica de esa manera, yo te responderé: Jodie Foster ha hecho mucho más por mí que cualquier artículo tuyo, por lo que yo sí continuaré viendo la serie, y la juzgaré cuando finalice. Lo que no seguro que no haré más es leerte a ti.
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