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Indiana Jones: la sombra de la jubilación y la caída de los héroes del cine

Indiana Jones: la sombra de la jubilación y la caída de los héroes del cine

"Soy demasiado viejo para esta mierda", decía Roger Murtaugh interpretado por Danny Glover en "Arma Letal" (1987), la película dirigida por Richard Donner. Lo curioso es que lo repitió esa misma frase en la segunda, tercera y cuarta entrega, pero siempre dispuesto a seguir un poco más junto con su compañero Martin Riggs, que da vida Mel Gibson, y que también dirigirá la quinta entrega de la saga a petición de Donner antes de morir. Ambos policías de Los Ángeles se convirtieron en una de mis parejas de acción favoritas durante mi juventud, al igual que ocurrió con la dupla Bruce Willis y Samuel L. Jackson en "Jungla de cristal: La venganza" (1995). Quizá formaron parte de aquellos héroes de la infancia con los que tanto disfrutamos viendo sus películas, leyendo sus libros o sus cómics. 

Pero desde hace ya varios años, la fuente de inspiración para los guionistas y grandes productoras de Hollywood parece haberse secado, llegando desde el nuevo milenio una serie de remakes, reebots o continuaciones de las grandes y taquilleras sagas, con la esperanza de llenar las arcas explotando productos que descansaban plácidamente en la tranquilidad de su jubilación sin expectativas de volver nunca más. En mayor o menor medida, algunas de ellas podemos reconocer que han podido llegar a ser satisfactorias como: "Amanecer de los muertos" (2004) de Zack Snyder, "Evil Dead" (2013) de Fede Álvarez o "La Cosa" (2011) de Matthijs van Heijningen Jr., película que fue remake de "El enigma de otro mundo" de 1951, (La Cosa original), y no de la película de John Carpenter, "La Cosa" (1982), que era la continuación directa de la anterior. Otras, una mierda infumable, como "Robocop" (2014) de José Padilha, "El planeta de los simios" (2001) de Tim Burton o, por supuesto, "Desafío Total "(2012) de Len Wiseman, (jamás perdonaré ésta última).

En cualquier caso, el tiempo me ha enseñado que es mucho mejor una actualización de algo bueno y con aire renovado, que continuaciones absurdas en las que, lejos de soñar con una vuelta de nuestros ídolos años después y con una gran historia que contar, sólo nos llevamos las manos a la cabeza y rezamos porque no la vuelvan a cagar. Esto ha ocurrido demasiado en los últimos años, pero en ocasiones era verosímil, como la esperada aparición de Mark Hamill en la última y horrible tanda de películas de la saga Star Wars, donde se correspondía el papel a desempeñar por el actor californiano con su edad y el cometido del mismo. Otras veces, observamos a las gallinas de los huevos de oro de la industria continuar con interpretaciones que por un motivo biológico no están a la altura física y mental de llevar a cabo. Por mucho que Sylvester Stallone nos quisiera decir lo contrario en 2010 con ese desfile de momias y viejas glorias llamada "Los Mercenarios". Una película que prometía ráfagas de testosterona a raudales y lo único a lo que olía las salas de cine era a naftalina. No contentos con ello, repitieron hasta cuatro veces hasta la fecha, que veremos a ver cuánto más queda. 

En esta misma dinámica, ha habido un caso muy reciente y que me ha dolido de manera especial. Siempre he sido un auténtico fan de Indiana Jones. Recuerdo en el patio del colegio, durante los recreos, comentar las películas cuando las emitían en televisión con un compañero de clase que compartía esta misma pasión. Desde En busca del arca perdida (1981), pasando por "Indiana Jones y el templo maldito" (1984) hasta su culminación, a priori final, "Indiana Jones y la última cruzada" (1989). Todas eran una delicia, una maravilla visual y un estilo propio que solo Steven Spielberg conseguía plasmar en la gran pantalla. Puro cine de aventuras. Pero en el año 2008, ocurrió. Yo por aquel entonces trabajaba en unos multicines bastante conocidos en Madrid. Estaba ilusionado, Harrison Ford, mi héroe de la infancia, volvía con una nueva entrega. Todo el mundo se hizo eco y recuerdo una gran acumulación de gente en las taquillas para comprar sus entradas. Tuve que hacer todo tipo de malabares para no estropear ni un solo segundo del metraje durante mi turno, ante la posibilidad de ver de manera no deseada absolutamente nada. Lo conseguí, y según terminé, entré en la sala, dispuesto a disfrutar de aquella maravilla llamada: "Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal", y que había estado esperando casi dos décadas. Cuando se proyectó el último fotograma, mi cara era muy similar a la del video de "caranchoa" después de que le cruzase la cara aquel repartidor, de manera contundente y exquisita en mi opinión. La gente estaba confusa, no sabía muy bien qué había ocurrido, yo tampoco. Al margen del argumento y de la infame actuación de Shia LaBeouf, como es habitual, sentí como aquel tipo, ya no era Indy, sino un hombre que debería estar anunciando Casa Tarradellas. Con 66 años, ya estaba para pocos trotes, nunca mejor dicho.

Pero si todo esto no fuera suficiente, en el 2023, llegó "Indiana Jones y el dial del destino". Esta vez no había ilusión, ni alegría, es más, ni siquiera había ganas, pero como tengo una especie de obligación moral conmigo mismo, fui al cine, otra vez... El argumento no era ridículo, a primera vista al menos, incluso podría llegar a ser interesante, con los siempre sensacionales Phoebe Waller-Bridge y Mads Mikkelsen, así como un absurdo y efímero papel de Antonio Banderas, que daba la sensación de estar ahí porque sencillamente le hacía ilusión. Pero si con 66 años el señor Ford ya le costaban la escenas de acción, imaginaos cómo estaría con 81. Sin mencionar el comienzo, con un Indiana Jones rejuvenecido en CGI, con un resultado decente, pero a su vez grotesco, en el que se dejaron un pastón indecente. En el resto de la película vemos a ese señor tan mayor, en calzoncillos y camiseta de tirantes, sentado en su piso de Nueva York y aguantando al subnormal de su vecino haciendo ruido. Sinceramente, era la última imagen que quería ver de uno de mis ídolos de la infancia. Porque eso es lo que ocurre con el cine de hoy en día, buscando el realismo y la coherencia, cuando quitas esto, el público, muchos de ellos generación del 2000 en adelante, no lo aceptan. Y la realidad a mostrar, es que Indy es un puto viejo en calzoncillos, incapaz de dar un salto y evitando mostrar secuencias de éste corriendo, porque literalmente no puede. No se ve amor por la franquicia por parte de James Mangold, quien sí la tuvo en "Logan" (2017), por ejemplo. Realmente la única sensación que daba era el afán de recaudar bajo el nombre de la exitosa saga. Salí del cine peor que en 2008, jurándome a mí mismo que, de haber alguna más, me negaré a verla. Quien sabe, igual el final de la saga se llama "Indiana Jones y el tanatorio de la M-30".


DaviOne
DaviOne

22 de octubre 2023

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