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ÚLTIMA HORA

Una década sin James Gandolfini

Han pasado ya 10 años desde aquel 19 de junio del año 2013, cuando nos dejaba uno de los actores más carismáticos y queridos del cine y la pequeña pantalla. El actor italoestadounidense fallecía en la habitación 449 del Hotel Boscolo Exedra de Roma, a causa de una miocardiopatía

Hoy, después de una década, os dejamos una emotiva carta que publicamos aquella misma mañana después de la tragedia.

Esta mañana he amanecido con la noticia triste del fallecimiento de Uno de los nuestros, el actor James Gandolfini, y no he podido sentir otra cosa que las ganas de conducir con una pistola en la mano, y con un puro en la boca escuchando esa maravillosa canción del grupo Alabama 3, Wake up This morning.

Descubrí los primeros capítulos de una serie de televisión, hace ya años, en el sofá de mi antigua casa, siendo yo casi un niño y gracias a mi padre. Rápidamente me sentí impresionado por la forma de actuar de ese tipo gordo, tan carismático, comedor, follador y de una sensibilidad tan frágil como perturbadoramente violenta. Un tipo sobrepasado, ansioso, y que tenía que asistir al psiquiatra para calmar su dolor interno. Este tipo era James Galdonfini, que dio vida a Tony Soprano en la serie de la HBO, Los Soprano, y que bien podría estar (a pesar de ser una serie) entre las diez mejores películas de la historia del cine.

La primera aparición reseñable de Galdonfini, fue en un papel secundario en Amor a quemarropa, hacía de un matón que interrogaba y daba una paliza a  la actriz, Patricia Arquette. Posteriormente realizó papeles más secundarios que principales, como en Perdita Durango, donde le dirigió Alex de la Iglesia, y también en papeles de mayor o menor entidad, en All the president´s men, A civil action, Fallen, Lonely Hearts, y más recientemente en In the loop y Zero dark Thirty o Killing them softly.

Quizás sus mejores apariciones fueron las de Asesinato en 8 milímetros, la película de Joel Schumacher, que realizó junto a Nicolas Cage, o El hombre que nunca estuvo allí, la obra maestra de los Hermanos Cohen

Galdonfini ganó, tres premios Emmy y un Globo de Oro al mejor actor. Además el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) eligió a Los Soprano como la  mejor serie escrita de la historia de la televisión.

Este tipo tan influenciado por las películas, y por la riqueza de los personajes de un director como Martín Scorsese (gran aficionado a la serie, como él mismo afirmó en su momento) habría dado envidia y a su vez emocionado al mismísimo Arthur ‘Cody’ Jarret  interpretado por  el gran James Cagney, en una de las cumbres del cine negro de todos los tiempos dirigida por Raoul Walsh, como es Al Rojo Vivo.
 
The Sopranos
 
Galdonfini se ha largado, se ha esfumado, como el fundido en negro al final de cada capítulo, que te deja planchado frente al televisor y remordiéndote la conciencia.

Es difícil hacerse a la idea de una forma tan repentina de su adiós, de esa imagen tan emotiva y triste de un ser solo y perdido ante la llanura, colocado de peyote y tratando de olvidarse de sí mismo, en lo que fue para mí una de las mejores escenas de la serie y de la historia del cine en general. 

No sabremos más de el, sólo nos quedará su recuerdo. La forma en la que su voz hablaba, se movía, y la forma en la que no ha hecho sentir, resultaba hechizante, de una forma única, en la que daba miedo llegar al final y hasta salir a la calle para volver a la rutina de una vida que siempre resulta menos interesante de la que nos atrapa en la pantalla.

Un tipo, que como a todos, quizás en algún momento su vida le viene grande. Tony soprano, ese gangster de New Jersey, amoral y leal a sus explosiones anímicas y agresivas como si de un héroe clásico se tratase, nos transmitía la simpatía que solo un ser despreciable (si los conociésemos personalmente) nos podría transmitir, actuando impunemente contra las instituciones socialmente aceptadas, que no actúan de una forma menos criminal que este personaje.

El vacío es enorme, sólo dan ganas de sentarse frente a la barra de aquel mítico Bada Bing, llenar la copa de Whisky, una y otra vez hasta emborracharse, y sentir como se aligera el peso del vacío, que como bien diría Oti Rodríguez Marchante: "solo la voz de Van Morrison podría llenar". 


Diego Bouzas
Diego Bouzas

22 de agosto 2023

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